viernes, 11 de septiembre de 2009

Un buen año

Resulta muy muy extraño ver a Ridley Scott embarcado en un proyecto NO-superproducción. La verdad es que este hombre nos tiene a todos demasiado bien acostumbrados. No sé si será para descansar, desmarcarse de la presión de la taquilla, para volver a demostrarle a su hermano que es mejor que él, o que, como ya ha demostrado Coppola, cuando uno alcanza cierta cantidad de años y de millones es cuando realmente empieza a hacer lo que le da la gana, pero el caso es que el creador de 'Gladiator' nos regala una entrañable comedia romántica.

Con comedia romántica no me refiero a lo que se está estilando últimamente en plan chico-mega guapo que se casa con chica-mega-guapa y tienen problemas pero lo solucionan 20 minutos antes de la boda. O a la ya cansina y repetida hasta la sociedad fórmula de película coral con sub-historias, cada una de las cuales es más bonita e imverosimil que la anterior. Aquí hay enredo e historieta de amor, pero es menos forzado a lo que el género nos tiene acostumbrado.

Max Skinner, un broker pudrido de dinero ( alguien ha visto alguna peli en al que a un broker le vaya mal?) recibe la noticia de la muerte de su tío. A pesar de haberse criado con él y haberle convertido en quien es, hace 10 años que no hablaba con él. Además, hereda sus viñedos en la zona de la Provenza francesa. Así que Skinner viaja a la zona dispuesto a vender al mejor postor los viñedos, pero allí se reencuentra con su infancia, con otra forma de vivir, y lo que es más importante, con Marion Cotillard.

He leído por ahí que es un guión simple y no puedo estar más en desacuerdo. Entre lineas, esta película habla de los diferentes estilos de vida que se le plantean a Max, los pros y los contras de cada uno de ellos. De hecho, lo que más me ha gustado del guión es la pequeña reflexión que se hace al final respecto a la gente que da la vida por el trabajo y con éxito. Bien, consiguen grandes fortunas, ¿para?

Aunque claro, también se podría argumentar que es un dilema moral alejado de la realidad tener que elegir entre pasar el resto de tu vida ganando millones de libras al mes o vivir en la Provenza en tus viñedos.

A diferencia de lo que nos tiene acostumbrados Ridley Scott, nada de alardes ni de cosas rebuscadas en la dirección, la historia tampoco lo requiere. Eso sí, el ritmo es el adecuado y están muy bien combinados los momentos más cómicos con los más dramáticos. Sin duda, lo mejor es la fotografía. La película consigue que te enamores de la zona, y la convierte en un personaje más de la película.

Rusell Crowe hace una buena actuación, eso no es ninguna novedad. El caso es que demuestra que es un actor infinitamente flexible, lo que le hace aún más grande y ya sea haciendo un thriller político, un broker debatiendo su estilo de vida, o un gladiador este hombre no pasa del notable alto. No había visto nunca actuar a Marion Cotillard y la verdad es que me ha dejado muy buen sabor de boca, una actriz con mucho magnetismo en pantalla que parece concentrar toda la sensualidad innata de las mujeres del país que nos tiraba las fresas.

Conclusión, una película que destila (jha) clase por todos los poros, increiblemente amena para ver, con el punto justo de gracia y ñoñería. Un notable al que si hubiera que ponerle una pega sería que el final es demasiado obvio, previsible desde el minuto 1.

Nota: 7/10

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